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miércoles, 21 de diciembre de 2016

JAQUE MATE AL BLOGUERO

Durante mi periodo de convalecencia, coincidiendo además con mi estado de "no trabajador", he podido aprovechar para, además de "reparar" los 2 estados mencionados, recuperar cosas perdidas, afianzar otras, y adquirir nuevas aficiones.

Lo primero, sobretodo, ha sido el poder estar con mis hijos, y por estar hablo de mucho más que el vivir físicamente en la misma vivienda. Por desgracia, estuve tan absorbido por el trabajo, que cuando ellos me hablaban, yo les oía, que no escuchaba, con la mente en tales o cuales pedidos que debían salir urgentes, y en los momentos en los que jugaba con mis pequeños, no disfrutaba ni al 50 % de sus graciosas risas, al estar mi otro 50 % metido entre estanterías Mecalux y alejándose de ellos a bordo de una Retráctil. Valió la pena y obtuve recompensa? Ya sabéis la mayoría que el premio vino en un talón en forma de finiquito.


Por si fuera poco, mi dedicación al atletismo llevaba el tiempo suficiente para que esos mermados momentos junto a Erik y Helia se redujesen aun más... y por supuesto, cosas como leer, escribir, y reconfortarme al calor de las válvulas de un amplificador de guitarra, eran escenas que conformaban un bonito cuadro colgado en la pared del despacho que nunca tuve.

No suelo ser muy amigo de los mensajes de autoayuda, y no soy de esos Zahorís del optimismo que encuentra alegría y esperanza en un campo de exterminio, pero ahora puedo acuñar como propia la frase que "de todo puede sacarse algo positivo".

Disfruto de mis hijos como nunca, me he encargado de ellos más que al 100%, he conseguido incluso que Helia (si! Helia!!!) a veces le diga a Vanesa "nooooooooo.... quiero el Paaaaapaaaaaaaaa". Aquellos de vosotros que la conozcáis sabréis el mérito que tiene despegarla de su madre... pues yo lo hice!. Hemos compartido todos sus juegos, creado nuevos, reído hasta hacerme agarrar la cicatriz de la hernia inguinal para que no se abriese. He formado parte de su paisaje diario en su rutina escolar, llevándoles, recogiéndoles, haciendo con Erik sus primeros deberes, pudiendo ir por primera vez a participar como intérprete (que no músico) el día de Santa Cecília, yendo hace un par de días a ese concierto de Navidad que llevaba 3 años perdiéndome... y consiguiendo algo tan bonito como que ellos me cuidasen cuando lo necesitaba, y conociesen perfectamente todo lo que debían hacer por mí, todo lo que me gusta, lo que no, e intentar hasta el final dibujar una sonrisa en mi ajado rostro.

Como ya he mencionado en el párrafo anterior, también pude recuperar los callos de la punta de mis dedos de la mano izquierda, practicando como casi nunca para ese pequeño concierto, repitiendo sin parar frases de guitarra, de manera que los vecinos debían pensar que me había dejado algún cd en modo bucle, recuperando temas que hacía años y años que no tocaba, e incluso logrando ejecutar con solvencia algunos fragmentos que siempre se me habían resistido... Ahora mismo estoy pensando que ese día de Santa Cecilia fue el último en el que conecté el Jack a la Ibanez, y que tal vez debería ahorraros el esfuerzo de leer esta entrada e irme a atronar a mis copropietarios de edificio...

Sobre escribir... pues no os he de contar mucho, ya que podéis comprobarlo cada semana, hasta ahora los miércoles... Siento tal necesidad de "hablar", que como ya habéis notado, soy capaz de escribir 5 páginas de Word para darle la hora a quien ose pedírmela...

... y precisamente por eso, por mi buena o mala costumbre de alargar los temas, y de crear preludios que son verdaderos volúmenes enciclopédicos, voy a dejar de contar cosas recuperadas, para hablar de una de las nuevas, una de esa que jamás me planteé desarrollar... El Ajedrez! Si, el Ajedrez! Salgamos del jaque al que nos tienen sometidos los 8 párrafos redactados!

Siempre hubo un ajedrez en casa, supongo que como en tantos hogares, haciendo juego con algunas colecciones enciclopédicas aun protegidas por celofán años después de la visita del señor del Círculo de Lectores. El primero que recuerdo fue uno magnético, de viaje, muy pequeñito. Lo cierto es que me llamaba mucho más la atención lo bonito de las piezas que no el como moverlas correctamente, pero mi padre, que al igual que yo, tenía un montón de inquietudes, nos enseñó a mi hermano y a mí los movimientos básicos de aquellas curiosas figuras. Algunos años más tarde, ya fuese porque el kit de viaje perdiese su magnetismo, o por vete a saber qué, llegó al hogar un ajedrez de verdad, con su tablero grande, y sus fichas contrapesadas con fieltro en la base. El efecto en mi fue básicamente el mismo que el anterior... una atracción estética. Los 2 hermanos jugábamos de vez en cuando repartiéndonos victorias por igual, obviando reglas que, aun conociéndolas, se nos hacían muy aburridas y quitaban atractivo al juego. Una vecina de arriba, de mi misma edad, me retó a 2 o 3 partidas, y me dio tales palizas que ahora pienso si habrá prescrito el delito para plantearme la denuncia. Aquellas derrotas me hicieron ver que el antiguo juego y yo no estábamos hechos el uno para el otro.

Luego, llegando a mediados/finales de los ochenta, llegó ese momento en el que todo el mundo se declaraba aficionado al ajedrez desde antes de que los caballos calzasen herraduras. Fue un momento que ni siguiera fue igualado con cuando la gente siempre se pedía el balón medicinal en el gimnasio para emular al GRAN Manolo Martínez, o se llevaba a casa cubos y cubos de arena de la playa para hacerse un foso de salto de longitud en la época del tristemente malogrado Yago Lamela... y es que me estoy refiriendo a la llegada de la que ha sido clasificada por muchos expertos como la mayor rivalidad deportiva de la historia. Los duelos entre Anatoli Kárpov y Garri Kaspárov.

Si hombre! No me digas que tú fuiste el único que no te enteraste de las partidas! Y tú, el del fondo!!! Qué tú si que lo sabías pero que pasaste del tema? Venga ya! Aquello atrajo las miradas de todo el mundo! Incluso recordad, uno de sus más míticos enfrentamientos se celebró en Sevilla! Si, un mundial en España y no estaba Naranjito!!! Por supuesto el merchandising hizo su aparición, pero esta vez de forma más "culta" y moderna, transformado en programas de ajedrez para ordenador, con el rostro del nuevo campeón en su caja! Quien más quien menos, corrimos a sacar brillo a nuestros tableros y a agilizar nuestra mente. Corría en esa época un ajedrez para PC que muchos recordaréis, BattleChess, en el que las piezas cobraban vida tanto para desplazarse como para luchar entre si! Yo incluso logré ganar la friolera de 1 vez al nivel más sencillo! Inaudito!


Palpatine intenta salir del jaque con movimientos de dudosa legalidad, tras haber fracasado en su apertura Sith variante Death Star, gambito de la Guardia Roja.

Aquella fiebre momentánea quedó más enterrada que la nacionalidad Soviética de Kaspárov, y no fue hasta el pasado mes de septiembre que no dio señal de alerta en mis termómetros mentales. Celebrando el 40 cumpleaños de mi cuñado, fuimos con toda la familia a una Masía aislada de todo. Entre los juegos con las que la enorme casa estaba equipada, había, como no, un tablero de ajedrez con todas sus fichas, las blancas, y las negras? Pues también, como en el chiste de Eugenio. Una tarde de tormenta, nuestra sobrina mayor estaba jugando una partida con su hermano de 6 años, y al acabar virtualmente con él, me pidió que jugase con ella, que tenía que aprender... A menudo maestro escogió! Yo no era más que un mueve piezas! Sabía los movimientos básicos legales de cada ficha, pero lo más avanzado era que el peón podía avanzar 2 casillas en su arranque. Mis aperturas, por llamarlo de alguna manera, consistían en mover tooooooodos los peones de manera que hiciesen una bonita figura, sin ningún otro sentido ni objetivo. Aun así, gané la partida. Claro, contra una niña de 9 años... menudo campeón estoy hecho!

Os reiréis, pero aquella "victoria" me despertó el gusanillo del juego. Además, los niños del lugar me vieron como a un Magnus Carlsen Rústico, y jugué con casi todos ellos, ganando, pero no creáis que sin aprietos! Sólo uno no jugó, Erik, mi hijo mayor, que sólo observaba muy atento... en su línea de prudencia. De vuelta a casa tras las celebraciones del fin de semana, el peque de 6 años me dijo que le gustaría jugar a ajedrez, y que como podíamos hacerlo... Sabía que como buena madre que es, la mía conservaría el tablero y las piezas, así que se las pedí, y sobre ese trozo de madera aglomerada, con una parte del mismo desgastada por años de almacenamiento, empezaron mis "lecciones".

No estoy diciendo que yo fuese ningún maestro! Claro que no! Cuando hablo de lecciones hablo de clases mutuas entre Erik y yo, ya que, mientras yo le explicaba los movimientos (la mayoría los había deducido él mismo viéndonos unos días antes), empezaba a entender cierta lógica en porqué mover tal o cual pieza, o porqué no matar a destajo en cuanto cualquiera se pusiese a tiro. Era como aprender una lección en voz alta, recitándola como si supiese de lo que hablaba. Por supuesto Erik no estaba contento y quería ver una partida de pesos pesados... así que montó un enfrentamiento entre Vanesa y yo! El enfrentamiento duró 2 partidas que me devolvieron a mi juventud... mejor dicho, a mi niñez, en aquellos días en los que Florita, mi vecina de arriba, me destrozó a golpe de piezas de plástico.

Aquello no podía quedar así. Si a mi hijo le gustaba, debía tener un "profesor" mejor que el de mi nivel. Pensad en que para mi oír hablar del Enroque me sugería algún tipo de arte albañil en el que apilar piedras con argamasa, y que pensaba que, salvo boca abajo, el tablero podía colocarse de cualquier forma, y que el Rey va en... en su color? En el contrario??? Espera que lo busco en Internet!!!

... así lo hice! Busqué eso y algún lugar en el que practicar. Podéis imaginar que encontré millones de páginas y programitas, pero por no devanarme mucho la sesera, probé suerte con los primeros de la lista de hallazgos. También, como no, escudriñé en el enemigo público de toda escuela y/o universidad, YouTube. Por suerte di con una página en la que un maestro si que explicaba de una forma muy lógica y comprensible (no pongo el enlace pues, me he puesto a improvisar el escribir hoy sobre esto con la misma velocidad que una Reina mata peones, y querría pedirle permiso).

Entre prácticas y algo de teoría, aprendí que las aperturas son otra cosa diferentes a las formaciones de peones que yo hacía, que estaba bien dejar matar tal o cual pieza depende del avance de la partida... y sobretodo, que yo no tenía ni idea de Ajedrez! En uno de los videos, en el que se repasaba la Apertura Española, se mencionaba que debían adentrarse en ello los principiantes que ya conociesen al menos los mates básicos... Los Mates? No eran Las Mates? Lo de las tablas de multiplicar? Básicos? Sin duda mis conocimientos eran grandes, pues básicamente siempre me mataban... Me apliqué en el tema, y ahora ya sé decir qué tipos de Stawton se usan para los torneos, como determinar el tamaño adecuado de un tablero según las piezas que uno posea, los diferentes sistemas de control de tiempo... En definitiva, soy un pésimo jugador, pero ilustrado.

Todo esto fue alternándose con cientos de derrotas con alguna máquina que sospecho no tenía la potencia de Deep Blue II, pero ya con victorias sobre mi mujer (que sin practicar ni un ápice aun me gana de vez en cuando). Erik, como no, pedía más, y lo que al principio eran partidas instructivas en las que parábamos para yo corregir algún movimiento suicida que había cometido, pasamos a dejar de asistirle... Empecé a pensar que en buena hora lo hice cuando me ganó la primera partida. Quise creer en que, aun cometiendo errores totalmente normales para un niño de su edad, me había confiado menospreciando su talento... Cuando ya me ganó 3 veces y forzó 2 ahogados (uno de ellos contando yo con torre, caballo y alfil, y él con su Rey en solitario), pensé que, sin duda no iba a tener mi trauma en forma de escaque cuando cumpliese los 44. Y si... soy muuuuuuy malo, pero es que gano (a veces) a su madre, que lo hace mucho mejor que yo, y también en un par de decenas de ocasiones a algunos tipos desconocidos a través de un reputado programa internautico (no menciono todas las que he sido derrotado).

Tanta afición hizo que el regalo que me hizo mi madre para mi cumpleaños fuese un bonito tablero de madera, con piezas igual de preciosas, con el que jubilar al que me trajo esta nueva afición.

Siempre me pareció curioso el que al ajedrez de competición se le llamase un Deporte. Se da por hecho que debe haber un componente físico para que dicho nombre se use correctamente, pero ahora que ando tan metido me doy cuenta de las similitudes que tiene con, por ejemplo, el atletismo. No basta con jugar y jugar, al igual que a un corredor no le basta con correr ni a un lanzador con lanzar. Hay que practicar otras cosas para afianzar la técnica, saltando, corriendo, o moviendo fichas. El entrenamiento, al igual que con el físico, tiene su fase de asimilación. Nadie se dedica a hacer dobles y triples sesiones atléticas 7 días a la semana a no ser que tenga acciones de un centro de fisioterapia. Con el ajedrez pasa lo mismo! En algunos días en los que he tenido más tiempo, digamos que me he sobreentrenado, y he llegado a tal nivel de embotamiento que era como si hubiese perdido todo el conocimiento y el mínimo atisbo de destreza que hubiese podido mostrar en mi mejor partida, sufriendo como consecuencia, al igual que un corredor que acaba retirándose ni a mitad de una carrera, perder y perder y perder una y otra vez contra oponentes que a priori eran de inferior nivel. Luego también viene la fase de sobrecompensación! Tras un embotamiento viene un día de total lucidez en el que haces cosas que vistas días después parecen cosa de la casualidad! Por desgracia ahora mismo estoy más en la fase del burnout que en la "creativa"!

Para acabar, lo que me parece más maravilloso del juego, es que, por mucho que se sepa (que no es mi caso), hay tantas posibilidades, tantos movimientos distintos, cada pieza que cambia de lugar, con o sin error, crean tales alteraciones, que es imposible repetir una partida. Está claro que yo nunca podré ganar a un jugador de verdad, por muy buen día que tenga él, ya que el factor suerte se limita a si llevas las blancas o las negras, pero un momento de inspiración pueden crear un instante mágico en el que te tu mente tiene una visión más amplia que un objetivo ojo de pez.

Algunos de vosotros estaréis muertos de aburrimiento (por supuesto en otro sitio, no leyendo este último párrafo), y otros deseando retarme para comprobar cuan de malo soy. Si, aceptaré encantado! Juego a ser Guitarrista, Marchador, Escritor, y ahora he redescubierto un juego que posiblemente sea el que peor se me da, pero tengo una cualidad que me hace único, soy un jugador tenaz y constante, destacable por su homogeneidad de resultados sobre las 64 casillas... Siempre pierdo con las Negras!!!! Y con las blancas???? También Eugenio, también!

1 comentario:

  1. Bueno hermano, vuelvo a la carga y me pongo a comentar tras este período de sequía debido a las vacaciones y a mi inminente puesta de largo como autónomo, algo que me ha llevado varias semanas de trabajo previo... Pero bueno, nunca es tarde si... ya se sabe.
    Como siempre he disfrutado mucho leyéndote y me he divertido y aprendido a partes iguales, bueno, hoy me he reído un poco menos que, por ejemplo, con el caso del candado blindado pero también he aprendido un poco más acerca de ese gran desconocido para mi que es el ajedrez. Y no es no sepa ponerme frente a un tablero y mover las fichas correctamente, eso es algo que puedo hacer, pero hasta ahí... Mi gran mentor musical, mi amigo Fer, quien me descubrió cuando éramos unos nanos la música o El Señor de los Anillos, no logró trasladarme su gran pasión por el ajedrez, cosa que si consiguió con otros amigos que ahora son 'decentes' jugadores. Y cuánto me hubiera gustado ahora tener algunos conocimientos básicos para echar unas partidas con cabeza, de hecho lo he intentado alguna vez a través de Internet, pero en cuanto veo toooodooooo lo que hay que aprender, me da pereza y me vengo abajo. En fin, quizá si estuviéramos más cerca y echáramos alguna partida podrías empezar a enseñarme... Por cierto, mi amigo Fer es muy bueno a nivel mundial, de los que están siempre jugando partidas simultaneas con gente de todo el mundo y tal, y además da clases a niños y mayores, pero conmigo no puede jajjaja
    Un abrazo. Sigo poniéndome al día... Wassail!!!

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