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miércoles, 11 de abril de 2018

NUNCA SUPE NI SABRÉ SU NOMBRE...

La frase que da comienzo a la entrada de esta semana era la que daba fin a la Película El Nombre de la Rosa. Con esa melancólica sentencia Adso de Melk, siendo ya un anciano, se refería a la joven de la cual se enamoró en un furtivo encuentro en el cual el joven aprendiz de Guillermo de Baskerville incumplía con su celibato con una chica que posteriormente era acusada de brujería.

No voy a hacer una crónica de ese film, no ahora al menos, pero esa frase me viene que ni pintada para otro de mis recuerdos... Siendo justos, debería decir "Alguna vez supe pero nunca más sabré su nombre"...

Para los más morbosos, no, no rompí ningún voto, ni tuve ningún acercamiento carnal peligroso ni amoroso con la protagonista de mis recuerdos... o mejor dicho, de mis olvidos.

No hace falta que diga lo que me gusta recordar. Me recreo en muchas situaciones del pasado, y no sólo en el Blog. Para mí los recuerdos son como la fase olfativa de la cata de un vino para un enólogo o un Sumiller... Para ellos el olor de un caldo evoca aromas a diferentes frutos negros, rojos, cafés, vainillas, maderas barnizadas o no, cuero envejecido... A mí los recuerdos me permiten revivir un sinfín de sensaciones. No sólo la situación pasa de nuevo ante mis ojos, sino también la reacción de mi cuerpo al clima del momento, los olores que se percibían, el erizar de la piel ante una situación emotiva, los sonidos que hacían de banda sonora...

Ahora puedo afirmar que, definitivamente, mi memoria va en decadencia. Me cuesta recordar muchos nombres y ni comento acerca de los apellidos. El sentimiento de pérdida parcial de esa facultad se acrecienta cuando de niño y de joven tenía una memoria prodigiosa, prodigiosa de verdad.

Cual es vuestro primer recuerdo? Podéis ponerle fecha? Yo si, al menos, puedo datar mi estancia sobre este mundo. Tenía un año y medio. No sé si lo habitual ante una situación traumática sufrida con tan tierna edad es olvidar o recordar. Mi cerebro tomó la segunda elección para conmemorar el día en que caminando torpemente hice una incursión en la cocina de casa, abrí la tapa del horno y quise usarla de trampolín... trampolín que se transformó en catapulta cuyo proyectil era una olla con agua hirviendo. El objetivo de la olla fue una mesa y el del agua a 100 grados fui yo... ambos fueron objetivos abatidos. Mi recuerdo comienza yendo en brazos de mi madre hacia la casa de la vecina del bajos primera y prosiguen con el médico haciéndome curas con yodo por todo el cuerpo. Es curioso que sabía pensar con palabras claras pero no podía verbalizarlas. Qué daño me hacía y que ganas tenía de contárselo! Por si mi cerebro fallaba, unas cicatrices por quemadura me siguen acompañando en diversos puntos de mi cuerpo.

Mi privilegiada memoria no fue casi nunca bien utilizada. Mis calificaciones académicas en mi infancia y adolescencia casi siempre fueron mediocres, incluso con épocas de fatalidad. No fue hasta la edad adulta (y bien adulta) cuando empecé a cosechar frutos... ya ves tú... cuando mi "don" empezaba a fallar... Un ejemplo muy ilustrativo fue que cuando estudiaba para el examen teórico del carnet de moto, con mis 17 añitos, el profesor nos pidió que cuando fuésemos a examen intentásemos recordar alguna pregunta y algunas de las posibles respuestas ya que ello les ayudaba mucho a confeccionar pruebas lo más reales posibles para la autoescuela. Yo acudí a 2 exámenes y pensé en ayudar, así que volví al centro de enseñanza automotor con 80 preguntas y sus correspondientes 320 respuestas, por supuesto en el mismo orden de los 2 exámenes. La tarde en la que llevé las preguntas y respuestas de la segunda prueba una chica me dijo "ufffff... tienes una memoria increíble!" La chica era guapísima y podía utilizar mi "don" para llamar su atención pero decidí dar uso a mi sarcasmo y contestarle "si... tan buena que he tenido que repetir examen...". No! Aquella chica tampoco es el motivo de mi entrada...

Podría seguir con ejemplos memorísticos durante unos cuantos años pero como os dije, lo que peor llevo es el olvido de un nombre... y de muchas otras cosas que tal vez me diesen pistas.

Yo era pequeño, pero olvidé mi edad en lo que comparto con vosotros. Eran vacaciones, diría que de verano, pero ciertamente lo olvidé. Estaba en una calle cercana a mi casa, seguramente una de las que rodea al Parc Güell, ya que recuerdo en parte paredes de piedra vieja a ambos lados de la calzada, pero olvidé la dirección. Iba con mi padre y me encontré con una niña del colegio, una compañera de clase, una amiga. Nos saludamos y entablamos una de esas conversaciones insustanciales que tienen los niños pequeños, o eso creo, porque lo olvidé... Aquella niña me era simpática, eso si lo recuerdo! No era fea, ni guapa... los niños a esa edad que no recuerdo sólo ven guapa a su madre, no? Si! Recuerdo que tanto me daba, pero que era mi amiga! Al poco de conversar ella cambió de cara. Puso un gesto realmente compungido... si, lo estoy viendo ahora mismo... le tembló la voz y me dijo que no volvería al colegio después de las vacaciones ya que se iba a vivir "a otro sitio"... Ahogó un llanto incipiente mordiéndose el labio inferior, lo veo claramente... y al igual que puedo hablar de mi primer recuerdo puedo confirmar que esto otro fue la primera vez que sentí pena de verdad... Mi amiga me contagió de su pena... Os lo repito, éramos muy muy pequeños, pero en aquel momento éramos adultos compartiendo algo muy duro... No supe que decirle... como iba a saberlo? En lugar de hablar le imité sin esfuerzo mordiéndome yo el labio... también el inferior... tras un silencio casi eterno le pregunté si volvería a verla y no hizo falta que contestase... Nos dijimos un adiós infantil, de esos que puedes decir tanto si vas a verte en 5 minutos como si, como fue el caso, fue definitivo... pero la pena se me quedó hasta hoy. De camino a casa le conté a mi padre la conversación con mi amiga y él me confirmó que era verdad ya que el padre de ella también se lo había explicado... Y sabéis lo peor? No soy capaz de recordar su nombre.

Toda la escena salvo lo fundamental, lo más importante está filmada en mi mente con un efecto de sueño... la calle con paredes amuralladas se desenfoca... todas las posibles viviendas de la misma han desaparecido... ella salía de una puerta que no daba a ningún sitio... sólo recuerdo con claridad la pena de ambos y, maldita sea! durante 40 años no he sido capaz de recordar como se llamaba mi amiga, esa amiga a la que por mi corta edad no despedí como era debido, con un abrazo y llorando con ella, no así, sin recuerdos claros, escribiendo en un blog... A veces el nombre de Mercedes me viene a la mente, pero creo firmemente que no es el real si no una de esas funciones con las que la mente tapa huecos en las pinturas del pasado...

Creí que sacaría punta de lo que os he contado, como de tantas cosas que explico, que me reiría, que derivaría de la idea principal de la entrada a algo divertido, y aquí estoy, maldiciendo a mi "prodigiosa memoria", y otra vez, mordiéndome el labio...

4 comentarios:

  1. Menuda envidia d memoria. No recordarás el nombre pero si eres capaz de revivir las emociones, eso es todo un lujo.
    Todos tenemos lagunas mentales pero te aseguro q junto con mi madre eres la única persona q conozco que tiene recuerdos de tan pequeño. Llámalo memoria, yo lo llamo inteligencia ;)

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    1. Muchísimas gracias por leer y comentar! No te voy a negar que para mí es un disfrute el poder revivir casi al 100% muchas cosas... Lo de los recuerdos de tan pequeño había gente que me negaba que fuese posible, y que serían cosas que yo habría soñado una vez me las había contado mi madre ya de mayor... yo sabía que no, pero al saber lo que comentas de tu madre me reafirmo! Inteligencia? Quien sabe! Muchas gracias de nuevo!

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  2. Joder Hermano, no sabía de esa facultad tuya, menuda envidia yo también: para mí de pequeño (y no tan pequeño) eso de tener una estupenda memoria se me antojaba casi un súper poder, me hubiera encantado poder disfrutarlo...
    Me ha conmovido ese recuerdo tuyo de aquella pena compartida con una niña a la que y no volviste a ver nunca. A veces olvidamos el complejo y sofisticado universo de sentimientos en que viven los niños y tendemos a creer que son 'mutilados' sentimentales que no comprenden que es la amistad, el amor, el miedo o la pena... Yo creo que lo que se vive en la infancia es mucho más puro y 'destilado' que lo que los adulto, con toda nuestra carga temporal y de experiencias acumuladas, somos capaces de procesar...
    Un gran y conmovedor relato Hermano!!!
    Abrazos!!! Wassail!!!

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    1. Hermano, como ya dije en la entrada mi memoria no me sirvió de mucho... Bueno, si, pero no con los buenos fines con los cuales podría haberse usado. Lo que dices acerca de como tratamos a los niños, como si tuviesen una memoria de segundos y los sentimientos de un tiburón blanco, es cierto... Sienten igual o más que nosotros... y esos sentimientos les acompañarán de por vida. Un abrazo! Wassail!

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